Lola Álvarez Feito














No te preocupes por mí,
no escarbes en la luz si ya es de día,
no temas si mis piernas no responden
si mi voz no se eleva,
si no estoy a tu altura.


Ahora que es invierno y hace frío,
no busques mi sudor ni mi sudario,
es tiempo de vivir a quemarropa
sin techo ni refugio en tu mirada.


No te preocupes por mí
si alguna tarde gris me desmorono
y el mar fluye nublado en mi retina.
La cruz del paladar me va salvando.
Ya he estado casi muerto varias veces,
no te preocupes.




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Soneto sin dedicatoria


Te quiero más ahora que no existes,
tu piel rasgada y gris me dio la vida,
dolores me llamaste sin herida,
niña de trenza azul con ojos tristes.


Sueñas con esa puerta ya cerrada,
no hay llave que acaricie los cerrojos
ni nube que dibuje trampantojos.
La noche es luz y oscura la alborada.


Vivo con ilusión este espejismo,
murmullos del silencio en el abismo
se cuelan sin pudor en tu memoria.


Moldearé tu muerte a mi manera,
escribiré por ti lo que yo quiera:
y este poema sin dedicatoria.




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Mis ancestros


Ellos, mis ancestros no pisaron la luna
tampoco las nubes, ni la savia negra de los montes.
Escupieron barro en viejos valles,
se amamantaron de luz lejana y triste.
Pasaron hambre y una guerra
sin saber el bando en que luchaban.
Sirenas sin agua ni sal,
puños en alto y sombra en las paredes
¡ No pasarán!
pájaros negros pasaron y esquelas blancas,
niños muertos y madres, y abuelos.
Madrastras escuálidas alimentaron sueños
a soldados sin uniforme en cárceles sin muros.
Encontraron su muerte en la cuneta
arañando toda la piel enmascarada.



Ellos, mis ancestros…
conocieron el mar antes de tiempo
cruzaron las fronteras del olvido, sin volver.
Muerte dulce, mala vida,
noches sin color en la distancia,
Cálido viento envuelto en agua clara
escondió los pasos de baile disfrazados
Y un padre solo, con miel y sin memoria
endulzó los pequeños corazones con sus manos.
Callado, lento, cerca del sembrado.



Y aquí, en esta misma ciudad, mueren de pena
y se recuestan a la luz de las farolas
los hijos que ya crecieron
y encontraron otros padres y otras madres
Unidos en lo bueno y en lo malo
hasta hoy…
que rozan la nada sus dedos.



Ellos, mis ancestros se cuelan en mis poemas
buscan hueco entre estas letras
se aúpan a las estrofas sin medida
y bajan a lo más hondo de mis versos
Buscan ser inmortales,
mientras…yo no les escucho
y pongo voz a sus ojos diminutos.